Cayo largo es una pequeña isla del mar caribe que se encuentra frente a Cuba, al sur de la provincia de Matanzas, un lugar paradisíaco, con hermosas playas solitarias, de arenas blancas, aguas cálidas, cristalinas y sorprendentes arrecifes coralinos. Es un rincón del mundo, muy recomendable para el que quiere alejarse del bullicio de la ciudad y busca refugio en playas rodeadas de naturaleza. Para llegar hay que tomarse un avión desde La Habana, algo que lo hace más caro y menos tentador, pero gracias a eso, todavía es un lugar tranquilo que aún no se encuentra colmado de turistas.

Llegar a Cayo Largo es toda una aventura, partimos de un pequeño aeropuerto de La Habana, desde donde salen vuelos nacionales. El avión sale dos veces al día, pero no te pueden asegurar el horario, así que hay que ir con paciencia y sin prisa. Salimos dos horas más tarde de los previsto en un avión de hélices ruso, de esos que se entra por atrás, tienen dos filas de asientos y capacidad para pocas personas. A pesar de su aspecto nos aseguraron que funcionan perfectamente y tiene la particularidad de que se viaja a baja altura. Si tienen la suerte de sentarse al lado de una de las pocas ventanas del avión, podrán contemplar el mar y la costa desde arriba. A mis hijos les fascinó la idea de estar en una isla a la que solo se podía acceder en un avión de la Segunda guerra mundial.

Nos alojamos en el hotel Sol Cayo Largo, un all inclusive, con un concepto distinto. No hay comida en abundancia, ni la sirven todo el día (hay horarios marcados para el desayuno, almuerzo y cena) casi no hay animadores, recreación, música, ni actividades programadas para niños. Si están buscando unos días de desconexión total, este es un excelente destino y les aseguro que para los niños fue inolvidable.

Después de las 9 de la noche el silencio es casi absoluto, solo se escuchan los pasos de los cangrejos que abundan por el lugar.  Una de la grandes diversiones de la noche fueron los partidos de ajedrez que jugábamos al terminar  la cena. Las noches de verano son hermosas en éste rincón del planeta!

Los niños disfrutaron de infinitos baños en las aguas tibias y cristalinas de las paradisíacas playas de la isla. Se divirtieron persiguiendo cangrejos, buscando caracoles, descubriendo estrellas de mar y corriendo a los pelícanos y gaviotas que se acercaban a la costa cada vez que sacábamos algo para comer.

En Cayo largo la naturaleza se encuentra en estado puro, una tarde caminábamos por una de las playas y nos cruzamos un grupo de gente que contemplaba tortugas recién nacidas mientras se iban al mar. A los niños los maravilló, no se lo van a olvidar nunca.

Disfrutamos de charlas sin prisa, de atardeceres en la playa, de caminatas bajo las estrellas. En Cayo Largo es muy difícil acceder a la tecnología, en muy pocos lugares funcionan los celulares y las tablets, la televisión cubana es poco tentadora para los niños, no hay animadores, rincones infantiles, shoppings, ni nada para comprar, sin embargo, mis hijos lo recuerdan como uno de los mejores destinos que visitaron. Cuando alguien les pregunta cuál fue su mejor viaje, siempre aparece Cayo Largo.