En el mes de  julio, cuatro meses antes de la muerte de Fidel Castro, llegamos a la capital cubana para descubrir una ciudad encantadora y cargada de historia. Queríamos viajar a La Habana antes de que aparecieran los Mc Donald´s en el Malecón y todo cambiara para siempre. Viajar a Cuba fue como retroceder en el tiempo.

Aterrizamos en La Habana a las 11 de la noche, apenas se abrieron las puertas del avión la humedad y el calor invadieron la cabina. La Habana es muy calurosa en ese período del año. Lo primero que nos sorprendió fue la poca luz del aeropuerto y al salir a la calle empezamos a ver los autos clásicos que transitan luciéndose como trofeos familiares.

Sólo con eso, un fotógrafo se puede hacer un festín en la ciudad. Sin embargo, La Habana es mucho más que sus autos o edificios antiguos, es su música, su historia y su gente. Los cubanos son muy atentos con los turistas y sobre todo con los niños. La música en vivo se escucha en todas partes, en las calles, plazas, bares, hoteles y lo mejor es que siempre suena bien.

Nos alojamos en el hotel Tryp Habana libre, en la zona del Vedado, frente a la famosa heladería Coppelia. Es uno de los hoteles más grandes y famosos de la Habana, aunque actualmente se encuentra un poco en decadencia. El hotel cumplió con lo necesario: prolijo, buen desayuno y piscina para los niños, que sirvió para que se bañaran luego de caminar sin parar por las calurosas calles de la ciudad. Si en alguna otra oportunidad vuelvo a La Habana, sin duda, me quedaría en La Habana Vieja, la zona más antigua y bonita de la capital. Me encantaría alojarme, por ejemplo, en el histórico hotel Inglaterra.

De todas formas, el Vedado es cerca y con los “Coco-taxis” en menos de diez minutos nos trasladábamos al rincón más lindo de la ciudad. Los niños se fascinaron con los medios de transporte de Cuba y disfrutaron de todas las opciones. En los cuatro días que estuvimos en La Habana, paseamos en autos descapotables por el Malecón, recorrimos el barrio chino en “Coco-taxi”, nos trasladamos desde la Plaza de Armas al Capitolio en “bici-taxi” y visitamos la Plaza de la Revolución, la Universidad, el cementerio de Colón y el barrio Miramar en el bus turístico.

Hay muchos lugares para visitar en La Habana y en cuatro días es posible hacerlo. Es una ciudad muy segura y eso es maravilloso para pasear con niños. Caminamos por las calles a toda hora, con bolsos, cámara en mano y total tranquilidad.

Aquí mis imperdibles para visitar La Habana con niños:

Caminen por las calles de La Habana Vieja: En muchas de sus calles podrán descubrir esplendorosos edificios y se fascinarán con los encantadores grupos de música en vivo que suenan en sus esquinas. Con niños es  importante iniciar el recorrido temprano, a medio día el calor se vuelve insoportable. Caminamos con el cochecito del bebé, que en ese momento recién había cumplido un año, por toda la ciudad. En más de una oportunidad nos tomamos una “bici-taxi” para trasladarnos de una plaza a otra. El precio es accesible y es una manera divertida de entretener a los niños durante el caluroso recorrido.

Recorran la Calle Obispo de un extremo al otro: Es la famosa calle que se encuentra al costado de la Plaza de Armas y en la que podrán encontrar el reconocido hotel “Ambos Mundos” en el que se alojó Ernest Hemingway durante los años 30, el “Museo farmacia Taquechel”y el bar «Floridita» que tiene más de 190 años de historia. Allí probamos el famoso y riquísimo daiquirí, favorito de Hemingway, quien pasaba horas sentado frente a la barra del lugar. Cuando entramos había un grupo de música tocando en vivo, pasamos rato descansando del calor, es uno de los pocos lugares en los que hay buen aire acondicionado.


Visiten las plazas de La Habana Vieja: Todas tienen un encanto y colorido especial. Comiencen por la Plaza de Armas, donde se pueden ver algunos de los museos y edificios monumentales más importantes de la ciudad. Allí, además, se encuentra el famoso mercado de libros, en el que podrán encontrar verdaderas reliquias, como “La edad de oro” de Martí, biografías del Che Guevara o revistas de historietas sobre la revolución. La Plaza de Armas es también escenario de artistas y músicos.

No se pierdan la “Ceremonia del cañonazo”: A los niños les encantó. Todos los días a las nueve de la noche en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, se recrea el tradicional cierre de la ciudad, de la misma manera que se hacía en la época de la colonia. La ceremonia comienza con un desfile militar y finaliza con el disparo de uno de los cañones que se oye en gran parte de la ciudad y simboliza el anuncio del cierre de las murallas. Cientos de turistas se acercan hasta la Fortaleza para presenciar la ceremonia, es conveniente ir entre semana y llegar un rato antes de las 21 hs. para conseguir buen lugar y contemplar de cerca la representación y el disparo.

Disfruten del atardecer en el Hotel Nacional: Construido en 1930, el Nacional es un símbolo de la historia de La Habana, por él han transitado centenares de celebridades de las artes, las ciencias y la política. Desde sus altos jardines se puede contemplar un precioso atardecer con vista al mar. Nosotros fuimos antes de caer el sol, paseamos por los jardines y cenamos en uno de los restaurantes del lugar.

Tomen un helado en Coppelia: Es increíble ver la cantidad de gente que hace filas interminables para saborear un helado. Esta famosa heladería de La Habana, que solo tiene disponible dos o tres sabores de helados, ocupa toda una manzana y recibe más de 10.000 visitas por día. Para los turistas hay una fila especial que es pequeña comparada con la de los cubanos.

Recorran el Malecón: La mejor hora para visitar este emblemático lugar es la tardecita. A esa hora se juntan músicos, jóvenes, familias y turistas para disfrutar de la puesta de sol frente al mar. Nosotros, además, nos dimos el gusto de recorrerlo en un antiguo auto descapotable.

Consejos viajeros:

*Recuerden que para viajar a Cuba hay que sacar una visa especial de turista.

*Es necesario tener una reserva de al menos dos noches en un hotel.

*En Cuba hay dos monedas distintas que no circulan en los mercados internacionales, el CUP (peso cubano) y el CUC (peso cubano convertible que es el que sustituyó al dólar y es la moneda con la que se mueve el turismo). En casi todos los hoteles se puede cambiar dólares por CUC. En restaurantes, bares y mercados de turistas, hay listas de precios diferentes para los turistas y para los cubanos.

*Para viajar con niños es recomendable llevar todos los suministros necesarios, remedios básicos, pañales, jabón, toallas de bebés, factor solar, curitas y hasta pasta de dientes. Es muy difícil conseguir productos específicos, de esos que estamos acostumbrados a comprar en cualquier farmacia.

*La conexión a internet es complicada en Cuba porque no hay wifi gratuito. Para conectarse es necesario comprar una tarjeta que se vende en los hoteles y permite conectarse durante un tiempo determinado. La conexión era bastante lenta, sólo se podía conseguir en el lobby del hotel y en muchos momentos se cortaba.

*Antes de viajar a Cuba hay que saber que es un destino complicado para planificar por internet, hay mucha información a la que es difícil acceder y otro tanto desactualizada. Por ese motivo, los hoteles y traslados, por ejemplo de La Habana a Cayo Largo, los coordinamos con una agencia de viajes desde nuestro país.  Pasamos días intentando coordinar un hotel con habitación para cinco en la zona de La Habana vieja y no lo conseguimos!

*Luego de visitar  La Habana viajamos a Cayo Largo, llegar a esa pequeña isla del Caribe fue toda una aventura. Aquí podes seguir leyendo sobre el viaje Cuba:

Cayo Largo con niños 

Imperdibles en Cayo Largo

 

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