El año pasado durante las vacaciones de setiembre visitamos el Bioparque de Durazno, un plan que teníamos pendiente desde hacía tiempo. Los animales despiertan una increíble atracción en los niños, mis hijos se fascinan cada vez que proponemos un paseo que incluye ver animales y en este parque nos llevamos varias sorpresas. Si van a visitar la zona no se pierdan este entretenido paseo familiar.

El Bioparque tiene como principal objetivo el bienestar animal y eso se puede constatar en cada uno de los rincones en los que se encuentran los diferentes grupos de animales. Cuenta con 250 especies diversas que se pueden observar en predios que recrean ecosistemas acordes a los animales que los habitan: monos, leones, tigres, jaguares, aves, yacarés, coatíes, llamas, una osa y hasta un hipopótamo forman parte del lugar.

Nos sorprendió lo cuidado que está todo, basta con cruzar las puertas de su entrada para contemplar los espacios verdes, lagos, senderos, carteles explicativos y puentes de madera. El parque se recorre fácilmente en un par de horas y está todo pensado para hacerlo con carritos de bebé. Una cosa que nos sorprendió fue que todos los carteles del parque son inclusivos y accesibles para niños que todavía no saben leer o personas de baja visión, con imágenes de los animales, letras grandes e incluso sistema de braile.

A los niños les encantó encontrar esa variedad de animales en su hábitat natural. Estuvimos un largo rato observando los leones y los tigres, el comportamiento y la interacción entre las especies se puede observar claramente desde diferentes ángulos y eso a los niños les va a fascinar. Algunos recintos, como el de la osa María que pesa 260 kilos y llegó en 2001 al antiguo zoo de Durazno, tienen una distribución que permite verla desde distintos ángulos y alturas.

Además de los grandes felinos, del loro que dice ¡Hola! y canta la canción de “La vaca Lola” en la entrada, una de las cosas que más llamó la atención de mis hijos fueron las jaulas en las que se exhibían antiguamente a los animales. La mayor parte de esas jaulas fueron derribadas, pero mantuvieron dos, a las que se puede entrar, para observar las condiciones en que vivían los animales en otra época en el antiguo zoológico.

Para complementar la visita, el Bioparque cuenta con un “Centro de Enriquecimiento”, equipado con microscopios y material audiovisual con información sobre los animales y su entorno presentada de manera interactiva.

Sin duda, si están con niños por la zona, vale la pena detenerse o desviarse unos kilómetros para conocerlo.

INFORMACIÓN VIAJERA:

  • Bioparque Durazno, Ruta 5, Km. 182.
  • Abierto de miércoles a domingos de 8 a 18 hs. Entrada general $ 60, niños menores de seis entran gratis.
  • Al lado del parque hay un restaurante que cuenta con menú ejecutivo y se almuerza bien a buen precio.